sábado, 30 de julio de 2011

Leve despedida

Después de un mes del retorno a casa, Jose empaca una vez más su equipaje para esta vez dirigirse a la aventura que lo llevará al sur del sur del mundo. Esta vez por dos meses.


En Puerto Aysén Jose no sentirá el calor abrumador de las calles de Roma, no verá desde el Tevere la cúpula de San Pedro, ni menos cargará una mochila que le hará doler los hombros...no...



Respirará el aire puro del Sur, tendrá tiempo para conversar con los animales, el aire y los árboles, disfrutará del frío y cuando termine el día se sentará frente a la chimenea al mismo tiempo que sorbetea un mate. ¿Pensará en las vidas que salvaste ese día o solo pensará en mi y en nuestros días en Italia o algún otro país?...


Yo creo que pensará en el presente y dibujará nuevos proyectos en su cabeza con la impaciencia que lo caracteriza y que todas las veces da ternura.

Dos semanas serán suficientes para acumular frío sureño... y tranquilo que cuando pasen esas dos vendrá la tercera y con ella yo.


Buena Suerte!

jueves, 28 de julio de 2011

Amables Góndolas

Durante el año 1562 Venecia fue azotada por una mortuoria peste que arrasó con ella a gran parte de la población. Para que el mundo no olvidara el desastre ocurrido por esos días y de manera de honrar a las víctimas, la Ley Suntuaria dictada por el gobierno Veneciano- Italiano, dispuso que las góndolas se pintarían desde ese día y para siempre de negro.



Se dice que alrededor del XVIII navegaban por los canales de Venecia miles de Góndolas, sirviendoles como transporte habitual a los habitantes de la ciudad por aquellos días. Hoy por hoy las Góndolas han sido destinadas únicamente como transporte de turistas de bolsillos abultados, los demás podemos conformarnos con mirarlas y sacarles fotos. 





En Venecia vimos el atardecer más hermoso de este viaje, el sol calentaba en nuestras espaldas y la música sonaba en el aire... 


Nos sentimos románticos como nunca... creo que es por eso que nos damos la licencia de escribir de espaldas de soles y atardeceres... los olores no importan, Venecia es como es.


Bauh Laus!   

lunes, 25 de julio de 2011

Algo para encerrar

Cuenta la leyenda que por ahí por el siglo XII, dos enamorados Florencianos encontraron un cruel destino a los pies del Ponte Vecchio...


Los rumores dicen que la Joven, hija de un afamado cerrajero de Florencia, regaló a su enamorado un candado con las iniciales de ambos grabadas en él, pero no así la llave de este, quien la chica guardaría celosamente hasta el día en que el joven la desposara...

El tiempo pasó y con ello se avecinaron las guerras en las cuales el joven marchó sin retorno. La joven, enloquecida por la ausencia de su amado, se lanzó desde la zona más alta del Ponte Vecchio, con la llave del candado en su poder, ahogándose brutalmente en el río Arno.


Días después del acontecimiento el joven enamorado volvió triunfante a Florencia en busca de su amada... pero al enterarse de la noticia, el hombre, envuelto en cólera, desgarró con furia sus ropajes, arrancó sus cabellos y, al igual que la joven, subió al punto más alto del Ponte Vecchio para arrojarse al Arno. Antes de lanzarse el joven sacó el candado que tiempo atrás la joven le había regalado de su roída vestidura y lo cerró al rededor de una de las barandas que protegía el puente en sus costados. 

Al lanzarse gritó el nombre de su amada, ahogándose de inmediato en el río al igual que la muchacha... dicen que son el alma de Arno y que por las noches se pueden escuchar aun sus latidos de enamorados...


Pero dicen tantas cosas de esta tradición que yo me permití el gusto de inventarme mi propia razón de creer por que creo en esto de los candados  y por que pusimos el nuestro ahí.

Ocurrió que Jose perdió la llave de su candado el día dos del viaje y nos quedamos con este candado guachito por la vida... hasta que a nuestros ojos llegó este escenario.


Pasan multas si te pillan "encerrando tu amor" y de vez en cuando la municipalidad se encarga de sacar algunos de estos candados en pro de  la protección del puente ya que está muy viejito y se puede caer.


Queremos pensar que el nuestro seguirá por siempre ahí, como un acto mágico de creer que de alguna manera tonta e ingenua si seguimos ahí también seguiremos aquí...

Bauh Laus!